La respuesta de la gente, en general, es probable que hiciera
referencia a los conocidos Chávez en Venezuela y Morales en Bolivia. Sin duda, señalarían
la ideología socialista de dichos dirigentes como elemento identificador del
populismo. Sin embargo, si el socialismo es elemento identificador del
populismo, ¿Qué es lo que era Fujimori en Perú o Menem en Argentina?
Ciertamente distan bastante de presidentes como Chávez pero también es cierto
que fueron políticos que se situaron fuera de los límites tradicionales y
normales de hacer política. Así que en base a esto, partimos de un problema de
definición del populismo. Parece ser que aquí en Europa es empleado como
termino despectivo contra los rivales políticos ya sean del propio país o de
otro. Hay bastante confusión al respecto y no parecen haber muchos elementos en
claro. Es por ello que consideré interesante y muy apropiado dadas las
circunstancias que se están desarrollando recientemente en América Latina el
leerme el libro de Flavia Freidenberg titulado “La tentación populista”. Y he
de decir ahora, una vez que concluí su lectura, que siento que acerté
plenamente en su elección.
La
autora parte de esa misma confusión que yo he mencionado anteriormente. ¿Cuáles
son los rasgos que definen al populismo? ¿Y al populista? ¿Son los mismos
populistas los del siglo XXI que los de los años 40 del XX o que los de los
años 90? Flavia Freidenberg se pregunta todo esto en capítulos iniciales que
hace plantearse al lector numerosos interrogantes. Para responder a estos, a lo
largo de todo el libro se expondrán brevemente las trayectorias políticas de
distintos personajes denominados como populistas tanto del siglo XX como del
XXI. El objetivo será poder encontrar nexos en común que nos permitan ver
claramente una serie de características que definan al populismo. La autora
analizará el contexto en el que surgieron, su estilo de liderazgo, la base
social de apoyo y tipos de movilización, sus estrategias discursivas, el
contenido de las políticas económicas y sociales y, finalmente, su salida del cargo
político.
Antes
de empezar la comparativa, la autora hace hincapié en la necesidad de entender
que las circunstancias internacionales a las que se enfrentaron los estudiados
fueron diferentes y diversas en base al momento cronológico en el que se
situaban. En base a eso, Freidenberg apuesta por dividir los populismos en
diversas denominaciones. Primeramente tendríamos el populismo temprano de las
primeras décadas del XX representado en Argentina por Hipólito Irigoyen y la
Unión Cívica Radical en un contexto de emergencia de una clase media
alfabetizada y no comprometida en el ejercicio del poder. Después estaría el
populismo clásico que se desarrolló entre las décadas de los 30 y los 50
encarnado por dirigente como Lázaro Cárdenas en México o Vargas en Brasil. En
los años 70 aparecería el populismo tardío de la mano del mexicano Luis
Echeverría o del peruano Alan García. La década de los 80 y 90 vería la
irrupción de un nuevo tipo de populismo de corte neoliberal con el argentino
Menem o el peruano Fujimori. También en los 90 aparecerían según Freidenberg lo
nuevos populismos antineoliberales entre los que destacan los bolivianos Carlos
Palenque y Max Fernández.. Por último, los años finales de esa misma década y
los principios del nuevo siglo llevarían al poder a los definidos como
populistas contemporáneos como son Chávez o Morales.
Hay
una gran variedad de contextos, políticas y demás elementos particulares que
definen a los que he nombrado anteriormente. Sin embargo, el reto de
Freidenberg es lograr definir las características básicas del populismo con el
objeto de que pueda incluir a los políticos que analiza en su libro.
He
de señalar que Freidenberg en su libro analiza uno a uno a los distintos populistas
por orden cronológico. Los analiza en diversos aspectos y concluye con ellos
hasta la reflexión final del libro. Para esta reseña creo más conveniente
enfocar la cuestión de otra manera. Creo que es interesante el ver como se
comportan unos y otros en la misma cuestión. Es decir, pienso exponer en un
principio el contexto en el que aparecieron estos políticos, luego su estilo de
liderazgo y demás elementos que anteriormente mencione. Creo que de esa manera
se pueden ver más claramente las similitudes y diferencias entre ellos.
Dicho
esto hablaremos del contexto en que aparecieron estos populistas. Como ya dije,
a principios del XX apareció en Argentina el populismo de la mano de Hipólito
Irigoyen y de la UCR. El crecimiento capitalista y urbano erosionó la hegemonía
tradicional de la oligarquía y apoyó la emergencia de la clase media, sectores
alfabetizados y elites no comprometidas con el poder cuyas aspiraciones vieron
su camino a través de Irigoyen. Por otra parte, Lázaro Cárdenas llegó al poder
tras unos años donde la crisis del 29 había tenido consecuencias catastróficas
para México. En 1934 no solo se notaban los efectos de la crisis sino que
también eran muy evidentes el estancamiento del desarrollo del país y la crisis
interna que devoraba al gubernamental Partido Nacionalista Revolucionario.
Vargas
en Brasil llegó al poder en un contexto
de crisis por el agotamiento del modelo
agro-exportador en plena crisis del 29 y coincidiendo con una lucha
intraoligárquica que desembocó en el desmembramiento de la República Velha.
Avanzando en el tiempo podemos ver como Carlos Saúl Menem llegó a la
presidencia también en un contexto de crisis económica y cuando la
gobernabilidad era complicada. Mayor crisis era la que afrontaba Perú en los 90
cuando un desconocido ingeniero agrícola llamado Fujimori decidió competir por
la presidencia. Además de la crisis económica, el desencanto con los partidos
tradicionales era bien patente. Situación similar parecía darse en un Ecuador
que aupó a la presidencia del país a Abdalá Bucaram. A finales de los 90, el
sistema bipartidista en Venezuela llegó a su fin. Tanto la AD como el COPEI no
supieron superar el desencanto de la ciudadanía con como se había gobernado y
sucumbieron estrepitosamente ante un ex-militar golpista llamado Hugo Chávez.
Estos
son ejemplos del contexto en el que surgieron algunos populistas. Parece
coincidir en todos ellos que surgieron como respuesta a una crisis económica y
política derivada de la incapacidad de
renovación o readaptación de los partidos tradicionales. Es en este
contexto, con una gran masa descontenta, cuando en el espectro político se abre
un hueco que pasa a ocupar el populismo. Parece ser que siempre hay un
detonante que hace aparecer a estos políticos que parecen ser algo totalmente
distinto a los anteriores o al menos eso dicen. Cuando el sistema político se
haya anquilosado o deja de ser representativo, unido esto a una crisis
económica, crea las condiciones favorables para la aparición del populismo.
Sin
embargo, es común que ante una crisis prolongada, los actores o partidos que no
gobiernan suban en apoyo popular. Pero estos movimientos populistas muchas
veces tienen un desarrollo espectacular en un corto periodo de tiempo. Tienen
en algunos casos la capacidad de ganar con rapidez un espacio político de
importancia y humillar electoralmente a las formulas tradicionales.
Respecto
al estilo de liderazgo que abanderaban varios de los nombrados, Vargas, por
ejemplo, decidió manejarse por encima de los partidos y apelaba directamente a
las masas. Su estilo era directo, personal y paternalista basándolo en sus
cualidades y carisma. No era la cúspide de un partido al que apelaba en busca
de apoyo. Era un líder que hablaba directamente con las masas y en ellas se
apoyaba. También el peruano Fujimori fue un “outsider” de la política. Creo su
propia plataforma política denominada Cambio-90 y que no era más que una
extensión suya e imposible de existir sin él. Es decir, distaba mucho de ser un
partido político en el sentido tradicional. “El chino” creó desde una base
personalista su propio canal de comunicación directa con las masas.
La
mayoría de los líderes estudiados en el libro pueden ser considerados como
hombres carismáticos cuya persona era el epicentro y la base de su acción
política. Algunos incluso llegaron a revestir su mandato de cierto mesianismo
como fue el caso de Perón en Argentina o Velasco Ibarra en Ecuador. Así, todos
los populistas parecen tener el denominador común de establecer una relación
directa, personalista y paternalista con sus seguidores. A este respecto
señalar también que parece ser común en la mayoría de los populistas, la visión de que las
organizaciones políticas y las instituciones eran agentes que limitaban su
capacidad de acción y dificultaban la relación con sus seguidores. Es por ello
que como dijimos antes, los partidos serán una extensión del líder y no al
contrario.
Centrándonos
ahora en las bases sobre las que se apoyaron estos políticos a lo largo de sus
distintos periplos, podemos decir que obtuvieron el apoyo de los sectores
disconformes en unas circunstancias concretas. Así, por ejemplo, Vargas en su
primer período entre 1930 y 1945 fue apoyado por los sectores medios urbanos
contra la oligarquía brasileña. Sin embargo, cuando volvió al poder en 1951 lo
hizo apelando a intereses diversos y contradictorios entre sí que le
permitieron constituir una base social policlasista. Siguiendo con los
ejemplos, a Fujimori le apoyo una amalgama de grupos y de intereses como son
los sectores evangélicos peruanos, los indios, los campesinos, grupos
empresariales emergentes,…. En resumen, también un amplío espectro de base
social que puede ser definido como policlasista. Al fin y al cabo, su intención
era aprovechar la gran masa de descontentos que el contexto había creado pese a
que los intereses de los diferentes grupos fueran opuestos y hubiera que
recurrir a un discurso en ocasiones contradictorio.
Por
otra parte, en los discursos de los distintos políticos parecen apreciarse elementos comunes como son la apelación
directa al pueblo y la diferenciación de este con otros grupos o bloques de
poder, ya sean nacionales o extranjeros. Crean un enfrentamiento entre el
“nosotros” y el “ellos” que genera un odio que fortalece el discurso y su
proyección política. A día de hoy tenemos el ejemplo de Chávez en Venezuela que
realiza un discurso en clave antiimperialista.
Para él, todo aquel que se oponga a sus proyectos socialistas es un
servidor de Washington. Es una manera clara de crear esa imagen del “Otro” que es el causante de todos los males
que han azotado a Venezuela a lo largo de su historia y de algunos que aun
perviven. Evo Moráles en Bolivia tampoco es que vaya a la zaga a ese respecto.
En estos casos, el “Otro” es un enemigo extranjero y aquellos que se vinculan a
él son traidores a la patria.
Evo
Morales en Bolivia llegó al poder mediante una amalgama de asociaciones, grupos
y sindicatos al tiempo que explotaba el sentimiento victimista indígena y
azuzaba el odio contra las oligarquías que había saqueado el país. En un
contexto de crisis política con varías dimisiones presidenciales en poco
tiempo, este líder cocalero supo ponerse en la cúspide de una pirámide de
sindicatos, grupos y demás con el objeto de llegar al poder de un sistema al que
se criticaba. Una vez de Presidente, aquellos gobernadores provinciales que se
han opuesto a sus reformas constitucionales han pasado a ser “el enemigo del
pueblo al servicio de Washington”. Los discursos incendiarios son práctica
común en el populismo.
Otro
de los aspectos que suele ser común en los distintos populistas es la
progresiva debilitación de las estructuras institucionales. Estas, como ya
dijimos anteriormente, son vistas como una limitación de su poder pero no es
únicamente esto. Lo consideran también un obstáculo en la relación con sus
seguidores. Además, no hay que olvidar que los populismos surgen en un contexto
de crisis ante el anquilosamiento de un sistema político poco representativo
que no puede adaptarse a las nuevas circunstancias. Es en esa situación cuando
los populistas abren vías directas con el pueblo no representado con el
objetivo de ganarse su apoyo.
Ahora
recientemente estamos viendo que populistas como Chávez, Morales o Correa están
accediendo al poder a través de un sistema que consideran corrupto, ineficaz y
que no sirve al pueblo. Chávez desde un primer momento anunció su intención de
modificar la Constitución de Venezuela para que esta sirviera mejor al pueblo.
De hecho, con cierta mirada retrospectiva a acontecimientos recientes, se puede
afirmar que el mandatario venezolano a tendido a limitar los poderes del
legislativo al tiempo fomentaba el presidencialismo. Con un parlamento en manos
de su partido (unión de varios partidos anteriores) tras el boicoteo de las elecciones
legislativas por parte de la oposición, Chávez tiende hacía esa relación
directa con el pueblo propia de los populistas. Su nueva propuesta para la
reforma de la Constitución le daba amplios poderes presidenciales y va en la
línea de que Chávez fuera considerado como “el padre de la nueva Venezuela”.
Sin embargo, su rechazo en las urnas abre ciertos interrogantes que el tiempo
se encargará de desvelar.
Por
otra parte, Evo Morales en Bolivia tiene intención de reformar una Constitución
que considera ineficaz a día de hoy. Levanta polémica su intención de
introducir prácticas de justicia indígena en la misma en lo que parece ser una
clara concesión a dicho movimiento. Es de suponer que la Constitución tienda a
debilitar las instituciones hoy en día existentes aunque en este proyecto se ha
tropezado con las provincias orientales que pretenden reforzar y aumentar sus
autonomías respectivas.
La
crisis política en Ecuador durante la actual presidencia de Correa tuvo su
cenit cuando el Tribunal Supremo Electoral cesó a 57 diputados contrarios al
presidente. Correa se presentó directamente a las elecciones presidenciales
mientras que no había creado ningún partido para competir en las legislativas.
Ello le dio una cámara contraría a él y que se oponía a sus proyectos de
reforma constitucional. El choque entre los diversos poderes del Estado ocurrió
y finalmente 57 diputados fueron cesados y sustituidos haciendo cambiar el
equilibrio de poderes en el parlamento. Al final todo esto lo que hace es
debilitar las instituciones. Y por encima de esa lucha de poderes entre las
instituciones, por encima de esa ineficacia o anquilosamiento que se les
achaca, aparece el líder que es el que defiende y escucha al pueblo.
Y
este debilitamiento de las instituciones u otros poderes supone la
concentración del poder en la cúpula del Ejecutivo. Tenemos el ejemplo de
Fujimori que en su primer mandato de 1990, con un Legislativo en contra,
gobernaba a golpe de decretos en base a la Ley 25.327 que le concedía poderes
especiales para pacificar el país. También hay que señalar, que si bien este
debilitamiento es cierto, ello no implicaba la desaparición de estas
instituciones y en un momento determinado, podían hacer frente al líder.
Tenemos el caso de Vargas en Brasil que se suicido tras realizar grandes equilibrios
con un parlamento en su contra y cuando
se preparaba un golpe de estado.
De
todas maneras, considero que cada país, sociedad y momento tienen sus
características propias por lo que pienso que el populismo no debe ser tratado
como una ideología uniforme y con unas características determinadas. No creo
que sea una ideología, ni un programa de gobierno o un proyecto económico. A mi
entender es más bien un estilo de gobernar y una manera de actuar que puede ser
identificada por algunos elementos que he señalado anteriormente. A esta misma
conclusión llega Freidenberg en sus capítulos finales y realmente eso es lo que
se extrae de la información que expone en el libro.
El
liberalismo, el neoliberalismo, el socialismo o el comunismo entre otros tienen
sus rasgos identitarios en su programas de gobierno, en sus políticas
económicas,…..Podemos comparar dos gobiernos en Europa que sean socialistas y
podremos encontrar múltiples similitudes en sus políticas teniendo en cuenta siempre
las diferencias que existirán en cada país en virtud de su desarrollo, situación
o cultura entre otros parametros. Sin embargo, ¿podemos encontrar similitudes
en el programa de gobierno de líderes como Fujimori y Chávez?.
Fujimori
se presentó a las elecciones de 1990 con un discurso antiliberal y antielitista y con una fuerte crítica contra
su rival Vargas Llosa y en especial contra su programa económico. Sin embargo,
apenas dos semanas después de conseguir la presidencia de Perú, Fujimori aplicó
ese mismo programa económico liberal para tratar de superar la crisis económica
que vivía el país. El objetivo inicial fue el controlar la inflación y renovar
el pago de la deuda exterior mediante la aplicación de severas prácticas
neoliberales. Las reformas implicaron la desregulación del mercado financiero,
la promoción de la inversión extranjera, la reducción de tarifas, la
privatización de empresas públicas, la transformación del mercado laboral y la
eliminación de las protecciones arancelarias. Independientemente de los efectos
que tuvieron estas medidas, lo cierto es que surgen del neoliberalismo
económico. Esta característica no es exclusiva de Fujimori. Suele ser común en
los populismos surgidos en los años 90. Otros políticos como Ménem o Collor de
Melho desarrollaron programas económicos similares basados en la receta
neoliberal.
Sin
embargo, cuando avanzamos en el tiempo y llegamos a finales de los 90 y
principios del nuevo siglo, cuando surgen los Chávez, Morales y compañía, las
políticas económicas que están desarrollando por el momento en nada se parecen
a las de Fujimori, Alan García u otros populistas de ese período. Chávez detuvo
las privatizaciones de los sectores estratégicos del país como el petróleo y
reafirmó la propiedad del Estado sobre ellos. Una de sus medidas más polémicas
fue la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario que buscaba la eliminación de los
latifundios. Por su parte Evo Morales llevó adelante la enésima nacionalización
de la industria petrolera boliviana para desesperación de empresas como
Petrobas o Repsol.
No
es la única diferencia existente. Freidenberg nos enuncia una serie de
diferencias entre los viejos y los nuevos populistas. Afirma que hay diversas
variantes como la base social de apoyo o la posición de la díada inclusión-exclusión
entre otras. Es por ello que ante el planteamiento de la pregunta con la que
empezaba esta reseña, considero que si se quiere dar una respuesta concreta
esta debe basarse en que el populismo es un “estilo” particular de relacionarse
con la gente y las instituciones, una forma de hablar y actuar,….. de político.
Sinceramente
el libro me ha agradado. Coincido con Freidenberg en su sistema para analizar
el populismo. Se va directamente a los actores y los compara con el fin de
extraer similitudes y diferencias. Gracias a ese estudio, nos permite conocer
mejor este fenómeno de amplío espectro al llegar a ciertas conclusiones que
desvelan algunas de las características de esto. Cierto es que en algunos
aspectos y políticas seguidas por alguno de los lideres hace una análisis mas
bien superficial aunque es comprensible teniendo en cuenta que no trata de
escribir la biografía de un personaje sino compararlo con otros. Sin embargo,
su libro sirve para hacer una breve introducción sobre los gobiernos de Perón,
Vargas, Alan García (que ahora esta de vuelta en Perú tras vencer al
nacionalista Ollanta Humala), Fujimori, Chávez o Correa. Por otra parte, a mi
entender, son muy interesantes tanto los primeros capítulos del libro como los
últimos donde esboza lo que ha concluido sobre el populismo. Es mas, incluso en
los últimos capítulos enuncia elementos positivos y negativos que tiene el
populismo para una democracia.
De
todas formas, creo que habría que afrontar lo que es el populismo desde un
prisma neutral. Parece ser que el término “populista” es empleado con
connotaciones negativas al designar con este nombre a gobiernos que se oponen a
los “intereses del capitalismo”. No creo que este “estilo” de gobierno, esta
manera de actuar o esta manera de relacionarse con el pueblo deba ser
necesariamente algo negativo. Freidenberg expone lo que considera que aporta el
populismo de positivo y negativo a la democracia. Entre los aspectos positivos
señala el que da voz a quienes no han tenido voz. El populismo ocupa un
espectro que otros partidos han dejado o no han sabido ocupar dando voz en
muchas ocasiones a gentes que hasta ese momento habían estado excluidos por
distintas causas de las instituciones. A este respecto también se afirma que el
populismo representa el sueño de la gente común respecto a la movilidad social
y la inclusión en la sociedad y otros elementos positivos similares. Así que en
resumen, y como yo ya he afirmado anteriormente, el populismo ocupa un espectro
electoral de la masa que hasta ese momento o bien no se haya representada en
las instituciones o bien esta harta de los partidos tradicionales y ven en los
nuevos lideres una forma de renovar la desprestigiada clase política.
Pero
por otra parte, también se enuncian una serie de aportaciones negativas del
populismo a la democracia. Se afirma que el populismo atenta contra el
pluralismo y contra el individualismo y la condición de individuo al tiempo que
fomenta la exclusión de aquellos que se oponen a su proyecto. También
Freidenberg señala que el populismo encamina el sistema hacia democracias
delegativas al tiempo que “vapulea” el Estado de Derecho y el Imperio de la
Ley. En parte estoy en desacuerdo con estas conclusiones de aspectos negativos.
Para empezar, insisto en pensar que es un “estilo” de manejarse en política y
no un programa político definido. En cada ocasión y país, las circunstancias y
el contexto es muy diferente y por tanto es probable que la evolución de los
acontecimientos también lo sea. El buscar la “destrucción” del contrario, el
apelar a conceptos como “lucha nacional” o “causa del pueblo” al tiempo que se
define quienes son los “enemigos” de la patria no son acciones a mi entender
exclusivas del populismo. Estos conceptos se manejan no necesariamente en
contextos donde este presente el populismo ni que se desarrollen exclusivamente
en Hispanoamérica. Entiendo que pueden ser empleados por otros “estilos” de
hacer política en unas circunstancias determinadas y con objetivos
electoralistas. Y hay que tener en cuenta que el populismo parte del voto de
descontento con el sistema imperante. Es por ello que su enfrentamiento con las
instituciones del momento es casi una obligación y la reforma de las mismas una
prioridad. Tanto Chávez, como Morales y Correa reformaron o se hallan
reformando unas constituciones que calificaron de nefastas. Los enfrentamientos
entre el Ejecutivo y el Legislativo no tienen porque ser exclusivos de los
populismos. El poder tiene mil y un resortes para llevar adelante sus objetivos
en caso de estar en minoría en el Legislativo ya sea mediante la promulgación
de decretos presidenciales como la utilización de “subterfugios”.
Al
fin y al cabo, los populismos regeneran una vida política corrupta y modernizan
las instituciones. La clave esta en comprobar la evolución de las instituciones
y la formas de gobierno una vez que ya realizan las reformas necesarias. Hasta
el momento, algunos lideres populistas parecen haber tendido hacia regímenes
unipersonalistas y a la concentración del poder al tiempo que se eternizaban en
el mismo. Sin embargo, no hay que descartar una evolución más positiva y
democrática en otros casos.
Freidenberg
señala que mientras haya masas de gente
que no estén integradas y representadas por las instituciones políticas y
mientras haya un gran descontento y desconfianza con la clase política
tradicional, líderes populistas seguirán surgiendo. Y a este respecto afirma
que cuando el sistema es fuerte, este podrá “reciclar” el populismo
convirtiéndolo en un aporte positivo para la democracia al dar voz en las
instituciones a aquellos que no tenían y al exponer ideas nuevas. Sin embargo,
cuando el sistema democrático esta altamente cuestionado y hay desconfianza
hacia él como ocurre frecuentemente en Hispanoamérica, el “reciclaje” es mas difícil
y la tentación del poder es mucha al no haber una oposición fuerte ya sea en
instituciones o en partidos políticos u otros para evitarlo. Cierto es que en
estas “democracias en decadencia” los líderes populistas han tendido hacia el
desgaste de las instituciones y del sistema. Pero pese a todo, al igual que la
izquierda latinoamericana de finales de los 90 renunció a las armas para
alcanzar el poder y opto por los procesos democráticos, no creo que deba
descartarse que un líder populista pueda fortalecer las prácticas democráticas
durante su mandato.
Es
por ello que consideró que se puede hablar de una serie de aspectos negativos
que se han producido hasta el momento en referencia al populismo pero en ningún
caso pienso que se le puedan atribuir como una de sus consecuencias
inevitables. El estudio comparado de los distintos líderes y una visión
contemporánea de los mismos nos hace ver que sus acciones de gobierno han sido
valoradas de manera distintas. Por ejemplo, Lázaro Cárdenas en México es apreciado
y valorado muy positivamente a día de hoy al ser considerado el modernizador
del país y el que nacionalizó la industria del petróleo. Cierto es que su labor
se desarrolló en un contexto donde bajo la denominación de “democracia” se
escondía una especie de régimen de partido único pero, aun a día de hoy que ya
la alternancia de poder llegó a México y las cosas se ven de otra manera,
Lázaro Cárdenas sigue siendo enormemente valorado. Sin embargo, por otra parte,
Carlos Salinas de Gortari, es un ex-presidente denostado y su recuerdo es
funesto por la corrupción, las redes clientelares, los asesinatos y demás
crímenes que se ejecutaron bajo sus ordenes.
Fujimori,
hoy preso y siendo juzgado en Perú, llegó a la presidencia del país en
mitad de una guerra civil y con una
inflación galopante. Aplicando medidas antiterroristas severas y una receta
neoliberal radical, pudo sacar a Perú del borde del precipicio aun a coste de
los derechos humanos y la democracia. El fujimorismo, pese a ser ahora
reducido, sigue presente en la sociedad peruana.
Sin
embargo, en época actual, el populista Hugo Chávez esta llevando adelante
grandes proyectos de reforma en Venezuela y es el líder mas plebiscitado de
Iberoamérica incluyendo una derrota en la última reforma constitucional. Lo que
Chávez aportará a Venezuela aun esta por ver. Lo mismo podemos decir de Correa
en Ecuador.
De
momento, los populismos contemporáneos están respetando las reglas del juego
democrático y obtienen respaldo en las urnas con la supervisión de la Comunidad
Internacional. No han violado de momento las Constituciones de su país y nunca
han dicho tener intención de hacerlo. Al mas puro estilo democrático, afirman
que su poder emana del pueblo y es al pueblo al que sirve y que por ello es
necesario la modernización de las instituciones caducas. Será dentro de unos
años cuando se pueda afirmar si Chávez, Correa y compañía contribuyeron
positivamente a la democracia en Iberoamérica o si por el contrario la
debilitaron al tender hacia pseudo democracias o regímenes de partido único u
otros modelos totalitarios. El hoy primer ministro de Turquía, el islamista
moderado Erdogan, cierto día en su conflictivo pasado cuando era alcalde de
Estambul afirmó que “la democracia es un autobús del que te apeas cuando llegas
a tu destino”. Solo el tiempo dirá cuales serán los bienes o los males que
aporten a la democracia y a su sociedad los populistas contemporáneos.
Concluyo
esta reseña afirmando que Flavia Freidenberg ha realizado a mí entender un muy
interesante estudio sobre esta cuestión y que estoy de acuerdo con ella en la
necesidad de definir el populismo como un “estilo” frente a otros conceptos. Un
estilo de relacionarse, de gobernar, de actuar que, para bien o para mal,
continuara existiendo mientras sirva para recolectar votos. Mientras siga
encontrando a masas de gente desamparadas u olvidadas por la democracia, el
populismo seguirá emergiendo allá donde se den las circunstancias precisas.